Las montañas presentan condiciones geográficas y climáticas extremas lo que hace que sus flora, fauna y ecosistemas que allí viven sean únicos.

El calentamiento global afecta a estos frágiles ecosistemas y a la biodiversidad que allí habita, llevando a las especies a migrar y en algunos casos a desaparecer. El aumento de la temperatura junto con los cambios en las condiciones de humedad, puede provocar incendios en los bosques de montaña.

El cambio climático esta provocando la disminución de los niveles de nieve, y aumentando la frecuencia de fenómenos extremos tales como tormentas, corrimientos de tierra, avalanchas y desprendimientos de rocas. Estos cambios afectan a la fauna y flora propia de estos ecosistemas y la vida de múltiples poblaciones cercanas. Las montañas albergan aproximadamente a un 12% de la población mundial.

Los glaciares de montaña actúan como reservorios de agua dulce. Son depósitos naturales, que acopian agua durante el invierno y la liberan lentamente durante el año a las cuencas, ríos y lagos.
De continuar mermando, el acceso al agua potable en las áreas de montaña estará seriamente amenazado, poniendo en peligro su disponibilidad.

La minería es otra amenaza a estos ecosistemas. En su proceso explotación utiliza y contamina el agua en áreas donde es escasa, degrada el suelo y modifica la fisonomía del paisaje.

A esto se suma la extracción de petróleo, las actividades agropecuarias, las deportivas y las turísticas que producen basura y contaminación.